miércoles, 19 de marzo de 2014

Capítulo dos. Carta a Harry Styles.

Corrí el último tramo que quedaba hasta llegar al parque, al cual ya llegaba tarde y en el cual vi a Ángela sentada en el respaldo de un banco, jugueteando con su móvil desganada, ya que lo haría por estar aburrida esperándome, ya que Marisa aquella vez se entretuvo demasiado con sus ánimos y me retrasó unos quince minutos, exactamente los mismos que llegaba tarde, ya que había quedado con esa a las seis y media y ya eran pasadas las siete menos cuarto. De esta no me libraba, mi amiga me iba a matar.
Mientras corría por todo el parque la miraba, esperando a que me mirara y que no pensara que estaba viniendo pisando huevos, tal y como siempre solía y suelo caminar a todos lados.
Ella vestía una camiseta rosa, con la cual se la veía desde cualquier punto de parque debido a ser de un color rosa chicle que cegaba, vaqueros cortos y deportivas Vans que hacían juego con su camiseta, y al igual que también hacían ambos juego con la funda de su móvil. Llevaba el pelo recogido en dos horquillas a ambos lados de su cabeza, dejando ver su largo, castaño y ondulado pelo, mientras que el mío iría horriblemente desordenado y enredado debido a mi carrera, a parte de sudando como iba por este dichoso calor de Agosto.
Apenas quedaban dos metros para que llegara al banco, sintiendo como los pulmones se me iban a salir por la boca de tanta carrera, cuando ella alzó la cabeza, sonriendo divertida al verme correr de esa manera para no llegar tarde, aunque ya es tarde para eso.

--Llegas tarde-me recordó bajando del banco.
--Vete... vete a... vete a...-traté de decir decir, con las manos apoyadas en mis muslos, encorvada, tratando de recuperar el aliento por correr tanto.
--¿Que me vaya a dónde?-preguntó con humor, picándome al ver que no podía más con mi cuerpo.
--A tomar por saco un rato-conseguí decir antes de dejarme caer en el banco.

Ella rió sonoramente antes de sentarse a mi lado, esperando a que la contara las nuevas noticias sobre la carta que debía de haber llegado ya, o la que había enviado, o la respuesta que debí de haber recibido, pero que no recibí, no aquel día.
Respiré profundamente, haciendo que los nervios de mi amiga fueran notables, y que yo siguiera haciendo como que recuperaba el aliento, solo para fastidiarla y reírme de ella un rato.

--¡Dime!-me exigió dándome un golpe en el brazo, a lo que yo reí.
--¿De qué me hablas?-pregunté divertida, ya casi con la respiración a un ritmo normal.
--¿¡Dónde está?! ¿¡Te han contestado?!-me preguntó histérica, zarandeándome de uno de mis brazos, haciendo que no pudiera evitar reír.
--Aquí está-respondí sin más, dejando el sobre en el que estaba mi anterior carta a mis ídolos, y la cual había venido de vuelta sin una respuesta, en el banco.

Ella se apresuró a cogerla, la miraba emocionada, como si fuera la respuesta a alguna de mis cartas, como si allí dentro hubiera algo escrito por alguno de esos cinco chicos, cosa que deseábamos inmensamente, pero su emoción se desvaneció de un soplo al percatarse de que era una devolución, que ni siquiera la carta había llegado a ellos, por lo que me devolvió la carta en la mano sin decir nada, antes de apoyar los codos sobre sus rodillas y las manos bajo su barbilla, mirando con el ceño fruncido como un puñado de niños pequeños jugaban a subirse por unas cuerdas que había colocadas en esa zona del parque, separada por un par de metros de nuestro banco.
Ángela estaba cabreada, por no decir que en ese momento podría soltar un grito impresionante. La conocía demasiado bien, sabía cuando estaba enfadada, o cuando triste o molesta, dependiendo de cómo estuviera era mejor hablarla o no hacerlo y simplemente esperar a que el berriche se la pasara solo, pero aquella vez parecía demasiado cabreada, su ceño increíblemente fruncido apoyaba mi teoría.

--Deberías haberte acostumbrado a esto-comenté con algo de humor, colocándome mejor en el banco.
--Esto es completamente injusto-respondió sin alzar la voz, cosa que me sorprendió.

Ella era muy de gritar, si algo la molestaba realmente lo gritaba y no importaba qué persona fuera, si estaba enfadada te lo haría saber de un grito, y si ya las personas que la habían molestado muy seguidamente lo habían hecho antes que tú, cuidado, podría aguantar perfectamente que cinco antes que tú la comentaran que no les gustaba los vaqueros que ella llevaba, pero como fueras tú, de manera ingenua y la dijeras algo de aquellos vaqueros... mejor que supieras que ella es así y que no tienen nada en contra de ti, sino que siempre la paga con el menos indicado.

--Las inglesas allí, viéndoles hasta para comprar el pan, ¿y nosotras qué? vale, quizás nosotras no, que sabemos de ellos desde hace dos meses, pero ¿las que estuvieron desde el principio? llevan dos años esperándoles y ellos ni siquiera han pisado España, quitando cuando estuvieron en X Factor, claramente. Ni un concierto, ni una entrevista, apenas puedes encontrarles en una revista, ¿por qué? Porque somos españolas, es totalmente injusto.

Sus palabras me hicieron abrir los ojos de par en par. Estaba segura de que en mi vida la había escuchado quejarse de esa forma; una forma tan argumentativa, tan explicativa y sobre todo, con ese volumen de voz tan bajo.
No sabía como interpretar su actitud, ¿quizás estaba madurando? No, que va, era simplemente una fase dentro de su enfado que aún o había visto, esa fase se llama; estar tan sumamente cansada de gritar sabiendo que no vale la pena. Valer la pena no valía, por mucho que nosotras gritáramos que queríamos que vinieran no lo harían,; estaban demasiado lejos para oír nuestras quejas y súplicas.

--Es injusto, pero ¿qué podemos hacer nosotras?-pregunté, esperando que su respuesta fuera tan profunda como había sido la anterior.

Me equivoqué, claramente.

--Podríamos ir a Londres, les secuestramos y les traemos aquí, les dejamos encerrados en nuestros cuartos y así viviremos junto a ellos para siempre ¿qué te parece mi plan?-preguntó mirándome a los ojos, con una marcada diversión.
--Quitando el que sea algo ilegal, que nuestros padres no nos dejarían, que no tenemos dinero para irnos a Londres y que estás como una cabra, es un buen plan-confirmé con humor.
--No, enserio, tengo otro plan genial-comentó, algo más seria.
--Soy todo oídos-respondí esperando oír otra estupidez tan monumental como la que había oído minutos antes.
--Acabo de encontrar la supuesta dirección de Harry-hablaba tecleando en su móvil con velocidad-podemos intentar enviar las cartas a sus casas en vez de a sus managers-propuso muy segura-son cinco chicos y no hay muchas direcciones por ahí, seguro que alguna de ellas es verdadera y les llega.

Me paré a pensar esa probabilidad, que la verdad, sonaba bastante bien, pese a que fuera descabellada, pero ya de perdidos al río como se suele decir.
Escribir la carta a uno en vez de a cinco sería algo que quizás fuera más emotivo y hasta más fácil de hacer, ya que el sentimiento, aunque de primeras sea el mismo, siempre se tiene desarrollado de manera diferente hacia cada uno de los chicos, aunque todos partan del amor, por lo que no veía que fuera algo estúpido o simplemente improbable, tenía la esperanza de que alguna de las direcciones sería la correcta y los sentimientos de muchas directioners españolas, podrían llegar a ellos mediante mis cartas o las de Ángela, aunque la verdad ella prefería pasarse el día enviándoles tuits, antes que escribir cartas, pero de igual manera, aquel plan tenía posibilidades.

--Está bien-respondí finalmente-¿has conseguido la dirección de alguno de ellos?
--De momento solo la de Harry, o la supuesta de Harry, ya que en realidad tengo cuatro-admitió divertida-pero bueno, solo aparecen cuatro, tú escribes dos y yo otras dos.

Pasamos toda la tarde en aquel parque, como solíamos hacer en cuanto llegaba la primavera y hasta que el otoño llegara.
Hablamos de nuestros "planes geniales" sobre cómo podríamos conocerles, sobre como enamorar a Louis Tomlinson, ya que en esos momentos, era nuestra "debilidad compartida", ya que ambas le queríamos a él como futuro marido, algo extraño, porque solo era uno y nosotras dos, pero desde el primer momento dijimos que la primera que lo enamorara se lo quedaba y presentaba a alguno de los cuatro a la otra.
Llegadas las nueve, cuando el cielo ya había oscurecido y debíamos de volver a casa, para escribir las cartas o buscar más y más información sobre ellos, nos despedimos y marchamos hasta llegar junto a nuestras respectivas familias, las cuales no comprendían nada de lo que sentíamos hacia esos chicos, pero que tampoco nos importaba demasiado, nosotras estábamos plenamente convencidas de que algún día nuestras cartas serían respondidas y nuestros sentimientos hacia ellos correspondidos.
Quizás era soñar demasiado, pero como suele decirse "Soñar es gratis" y si no hacíamos daño a nadie con nuestra forma de pensar ¿qué importaba lo que el resto opinara?
Aquella noche, después de haber cenado y haberme duchado, me encerré en mi querida guarida, dispuesta a que nadie me interrumpiera y por supuesto, dispuesta a escribir la misma carta dos veces y enviarla a las dos direcciones que Ángela me había proporcionado.
Cogí un folio, una carpeta y un bolígrafo negro que escribiera bien. Me tumbé sobre la cama, aquella que no tenía apenas sábanas debido a que dormir con algo más que una fina sábana en Agosto y en Madrid era como un suicidio. Destapé el bolígrafo con la boca y me dispuse a plasmar todo lo que sentía hacia ese chico de pelo rizado y ojos verdes en un folio.

Querido Harry Styles:

Querido Styles, querido Hazza, querido más que querido Harry.
Te escribo desde un lugar, quizás no muy conocido para ti y mucho menos visitado. No es un país que tenga riquezas, no es un país en el que sobresalgamos por precisamente el dinero, pero es un buen país, si te paras a visitarlo y conocerlo, si te paras a tratar de comprender a nuestras gentes, tan vivarachas y a veces estresadas, tan amables (dependiendo de cuales), tan aparentemente peligrosas, aunque sea solo eso, apariencias. El país desde el que te escribo se llama España.
Sí, España, ese de la paella, de los toros, del jamón serrano, del flamenco, de los "Ole", sí, ese país que visitan tantos compadres vuestros, tantos ingleses, pero ninguno de ellos vosotros.

El país desde el cual te escribo quizás sea lo de menos, ya que lo realmente importante, es lo que escribo y lo que quiero que entiendas, pese a que está en otro idioma, demasiado distinto al tuyo, pero de igual manera, espero que comprendas y que al menos sonrías mientras lees todo lo que sentimos las directioners que no estamos viviendo precisamente a vuestro lado.

No quiero excederme demasiado escribiendo, ya que no tendrás mucho tiempo para tratar de descifrar lo que significan todas estas palabras, tampoco que te canses al leerlo y pienses que es algo aburrido, por lo que, trataré de no hacer esta carta demasiado larga.

Si pudiera describirte en una palabra, Harry Styles, te podría definir como "fuerza", sí, fuerza, una fuerza quizás no física, sino mental, psicológica. Pensarás "¿Esta chica de qué me habla?", pues te hablo de ese vídeo, de ese maldito vídeo en el que pareces darte por vencido frente a los haters, en el que dices con toda la sinceridad del mundo, que te derrumbas con facilidad, que te sueles parar a pensar "¿Por qué me odian? ¿Yo qué les he hecho? Ni si quiera me conocen personalmente ¿Cómo pueden odiarme?", pues bien, visto ese vídeo quiero confesarte una cosa: todos aquellos que te insultan, son imbéciles.
Sí. lo son, lo son en exceso, porque no eres una persona que merezca ser odiada, eres tan solo un chico que está cumpliendo su sueño y al que no le debería de importar lo que el resto piense, ya que sinceramente eres increíble. Eres un chico increíble, una persona increíble, que merece cumplir su sueño y para nada merece que le odien o le insulten (al igual que al resto de los chicos), eres tan solo Harry, un chico que trabajaba en una panadería y que gracias a tu talento, esfuerzo y algo de suerte, estás por un muy buen camino para llegar a todo lo alto (si es que no se puede decir que One Direction ya está en todo lo alto).
No quiero que te rindas, ni que pienses que todas las cosas que te dicen esas personas son ciertas, porque no lo son, eres maravilloso y muchas personas querrían ser la mitad de lo increíblemente bueno que eres y de todo lo que nos ayudas desde allí.

Solo quería decirte eso, que me siento orgullosa de hacerme llamar directioner, de tener ídolos como vosotros, como tú, un claro ejemplo a seguir y un claro ejemplo de que nadie es perfecto y de que todos tenemos sentimientos, un claro ejemplo de persona a la que seguir, a la que imitar y apoyar. Decirte que eres perfecto para mí y para muchas personas ahí afuera y que por ese mismo motivo, no debes de dejar que las malas críticas y los "Te odio" ,"No me gustas", "Cantas mal", te afecten lo más mínimo, ya que no tienen sentido, porque eres una maravillosa persona.
Eres perfecto, con tus buenas y malas cosas, desde la punta de los dedos de los pies hasta el último de tus rizos, pasando por tus preciosos ojos esmeralda, tu deslumbrante sonrisa, tus infantiles (y sexys) hoyuelos, tu gracioso tatuaje de la estrella en tu antebrazo izquierdo y obviamente tu gran corazón, todas y cada una de las partes de ti son imperfectamente perfectas y por ello, no quiero que nunca cambies, quiero que seas siempre así, con tu grave y lenta voz al hablar, con tu precioso pelo rizado, con tus pequeños defectos, que te hacen increíblemente genial.

No cambies, por favor.

Te lo pide por favor
Una persona que está tan lejos de ti y te quiere,
desde un país lejano y de habla distinta,
una directioner que desea conoceros.

Anastasia.


Ni siquiera sabía el porqué de que escribiera mi nombre completo, nadie me llamaba así, salvo mi madre cuando estaba cabreada conmigo, pero exceptuando esos casos, nadie me llamaba así, mi nombre es demasiado largo como para llamarme de ese modo, siempre fui Ana, o Tasia, Tass para Ángela, que amaba cambiar de nombre a todo el mundo, pero sinceramente, mi nombre completo no me parecía bonito, parecía... del siglo pasado, pero igualmente lo ponía en las cartas hacia mis ídolos sin un motivo aparente, aún así lo ponía, y en ese momento me di cuenta de que parecía que les estaba escribiendo la carta una mujer ya de avanzada edad y no yo que rondaba los catorce en aquella época. Fruncí el ceño, observando el final de la carta, observando mi nombre y decidiéndome si tacharlo o no; no quería tener que escribirla de nuevo, y si lo tachaba quedaría mal, por lo que tan solo suspiré y me puse a buscar alguna falta realmente gorda que me hiciera tener que reescribir la carta y no solo por el hecho de haber escrito mi anticuado y largo nombre completo; tristemente no fue así, ni una falta, por lo que no tuve más remedio que dejarla tan y como estaba.
Releí una y otra vez la carta, pensando en si estaría bien, si le había expresado correctamente, si era demasiado larga o quizás demasiado corta, si le llegaría, si la comprendería por algún motivo o con ayuda de un traductor... si tal vez y solo tal vez pudieran gustarle mis palabras y mis sentimientos, los cuales todas las directioners tenemos hacia ellos y queremos demostrarles, de no ser porque algunas nos encontramos malditamente lejos de ellos y quizás nunca les podamos conocer... No, eso sí que no lo creo ni por muchas veces que lo diga, piense o escriba, todas y cada una de las personas que tienen un ídolo deberían conocerlo, ya sean Directioners, Beliebers, Sheerios, Lovatics, Smilers, Selenators, Jonatics, Rushers, Musers, KatyCats, Bratzs, Little Monsters, Swifties o de cualquier tipo de fandom o seguidor de cualquier persona famosa, todas y cada una de las personas a la que deben parte de su vida (ya que muchas han sido salvadas de su propia autoestima gracias a diversas canciones de distintos artistas) solo por eso, ya merecen ser admirados y respetados, apoyados, en los buenos y malos momentos, por personas de aquí y allá, de sexo masculino o femenino, de la edad que sean, siempre estaremos junto a nuestros ídolos aunque ya no se pueda ver ni la más mínima pizca de esperanza, siempre estaremos con ellos, porque al fin y al cabo, ellos salvan vidas sin ser policías, bomberos o médicos.
Se podría decir que en parte ellos salvaron mi vida, mi autoestima no es la mejor del mundo, tampoco es que fuera una de esas chicas que sienten tanto dolor que cortan sus brazos o dejan de comer solo porque piensan que no están en su correcto peso, no, mi autoestima no había llegado a esos límites, pero sí a los límites de darme cuenta de que no encajaba en ningún lugar, en clase; siempre la solitaria, y aunque estuviera con amigos, no era lo mismo, me sentía como pez fuera del agua, algo realmente incómodo y que no sabía cómo remediar, ya que había probado muchas cosas para adaptarme al resto y poder encajar, pero ni de lejos llegué ni medio a encajar, hasta que llegó el día en el que vi ese vídeo y entonces comprendí el porqué de que yo no encajara; aquel no era mi lugar.
Quizás físicamente sí que fuera mi lugar, mi España, mi Madrid, mi querido y peligroso barrio de Carabanchel al que los chicos nunca irían, quizás ese sí que fuera el lugar al que yo estaba predestinada a nacer y vivir (aunque mis planes fueran irme a vivir a Londres), tal vez sí que encajara en ese país, pero no en esa sociedad, no estaba con mi familia. Sí, mis padres, mi hermano, mis abuelos, mis tíos, a ellos sí que les tenía, pero yo me refiero a mi "otra familia", esa que me comprende, que comprende mis gustos y rarezas, mis locuras sin sentido, mi forma de ser, esa "otra familia", yo la llamo "familia directioner". Esa familia que estaba, está y estará distribuida por todo el mundo, esa familia compuesta de hombres, de mujeres, altos, bajos, rubios, morenos o pelirrojos, españoles, ingleses, americanos, japoneses, chinos, franceses, italianos, africanos, indios, polacos, rusos y de todos y cada uno de los países que hay en este mundo, siempre hay un porcentaje, ya sea alto o bajo, de familia directioner repartida por el mundo y siempre alguien estaría dispuesto a ayudarte, quizás no en tu idioma, pero siempre había, hay y habrá alguien que te comprenda, y por esa misma razón, creo que ellos, esos cinco chicos que no me conocen, que son increíbles, que son simpáticos, talentosos, apuestos, famosos y ricos, han salvado mi vida, porque simplemente, han hecho que encaje que algún lugar de este mundo en el que no sabía qué hacer, aunque supongo que estaba predestinado; yo nací para ser directioner.

domingo, 2 de marzo de 2014

Capítulo uno. Carta a One Direction.

Queridos One Direction:

Queridos Harry, Liam, Louis, Niall y Zayn, mi carta va dirigida a vosotros, tan solo a vosotros, a mis cinco ídolos, mis cinco idiotas de las escaleras, mis cinco héroes sin capa, mis ángeles sin alas... Esta carta es solo para vosotros, por lo que espero que os llegue, que la leáis y si no fuera demasiado pedir con vuestra apretada agenda, que la podáis responder, aunque tan solo sea una mísera palabra, la que sea, será como oro en paño para mí.


Tan solo quería daros las gracias. Daros las gracias por todo. Por decirme cosas que nunca nadie me dice, porque no caigo demasiado bien, porque no sea guapa, porque no tenga un cuerpo bonito, porque no le importe a nadie... pero aún así vosotros me decís, en vuestras canciones; me decís que soy guapa, que soy perfecta, con mis defectos, con mis cosas, me hacéis sentir querida, me hacéis sentir que hay alguien ahí afuera a quién importo y quien me quiere, que haría muchas cosas por mí, solo por conquistarme, pese a que esteis lejos de mí y no pueda veros, no pueda hablar con vosotros directamente debido a tanta gente que desea veros, pero una parte de mí sabe que nos encontraremos y que algún día podré deciros todo lo que os quiero, todo lo importante que sois para mí, todo lo que daría solo por poder abrazaros y daros las gracias, aunque ni estando con vosotros todos y cada uno de los segundos que hay en este mundo podría agradeceros lo suficiente todo lo que hacéis por mí de forma indirecta, pero que hacéis; como hacer que mi día, en el que quizás no sea la chica más popular del instituto, sea mejor, sintiendo que no estoy sola, que vosotros estáis junto a mí, hacer que no me vea tan fea como en realidad soy, ya que vuestras canciones hablan de la belleza interior, algo que quizás tenga, pero que no mucha gente se para a conocer, me hacéis sonreír aunque sienta que ya no vale la pena, que lo mejor sería darme por vencida, dejarme caer y que el resto me pisoteara, pero no, vosotros no me permitís eso, nunca lo hacéis, siempre me dais fuerzas para que me levante y siga con todo, vosotros sois mi sonrisa de cada triste y oscuro día que se me pueda presentar, sois mi carcajada cuando solo quiero llorar, sois la valentía que mantiene mi cuerpo y me permite hacer y decir cosas que en otras circunstancias quizás no me atrevería, sois demasiado importantes y valiosos para mí.


Mis padres me regañan, mi hermano se burla de mí, mis amigos a a veces no me entienden, me dicen que estoy empezando a enloquecer, que no es normal llenar todo un cuarto de pósters, que no es normal hablar siempre de cinco chicos que viven en la otra parte del mundo (siempre y cuando estéis en alguna parte de las Islas Británicas), que no es normal que mis notas bajen solo por vosotros, que no es normal que me sepa todas las letras y melodías de vuestras canciones mejor que una hoja de un tema cualquiera del que tenga examen al día siguiente, que no es normal saber tanto sobre vosotros, vuestros cumpleaños, vuestros gustos, el lugar en el que os encontráis... Para ellos, nada de eso es normal, les parece tan extraño todo eso como el que pueda amar a cinco personas a la vez, que pueda amaros a vosotros, aunque no me conozcáis, aunque yo solo sea una cabeza más en medio de un público inmenso, aunque tengáis parejas y las améis a ellas antes que a mí, aunque no habléis mi idioma (el español a medias de Niall pongamos que no cuenta), aunque vosotros seáis casi perfectos y yo una directioner más del montón, aunque viváis tan lejos, ellos no pueden entenderlo, no lo pueden hacer y seguro que nunca lo harán, nunca entenderán qué se siente al escucharos en la radio, al veros en la televisión, al escuchar una canción vuestra en un anuncio publicitario, al que escribáis un tuit, al que nos deis un retuit o nos sigáis en twitter (yo aún no lo he sentido, pero seguro que algún día lo haré). Nadie puede saber lo que se siente al estar en un fandom, hasta que realmente lo estás. Yo misma lo decía, lo pensaba al ver a los y las beliebers "Estos chicos están locos, ¿cómo pueden quererlo? no le conocen, él no sabe que existen, solo son un montón de cabezas chillonas que le hacen ganar dinero. ¿Cómo pueden dar tanto dinero por él? ¿Por un concierto suyo? ¿Cómo dormir en la calle esperando la cola para entrar a un concierto? Está claro que todos están para un psiquiátrico" y sin embargo yo fui la siguiente en caer, fui yo la siguiente en no dormir por ver un vídeo vuestro, fui yo la siguiente en gastar todo mi dinero en vosotros, en una entrada de concierto, en un disco, en un libro vuestro, en vez de gastarlo como el resto de mis compañeros de clase; en salir de marcha, en alcohol, en fiestas... Fui yo, sin duda que fui yo la siguiente en comprender qué era un fandom, a qué te comprometías sin darte cuenta...


Muchos no entienden qué significa pertenecer a un fandom, no saben lo que significa ser directioner, muchos lo definen como "Fan del grupo One Direction", pero esos ignorantes no saben que detrás de la palabra "Fan" tan solo existe el sentimiento de "Uy, una banda nueva, mira que chicos más guapos, voy a seguirles" y después pasados dos días eso se convierte en "Oh, mira, una cantante nueva, la amo, voy a seguirla, ya paso de esos del otro día", eso sí que significa ser fan, ser una persona a la que le gusta un artista, que le gusta su música o su trabajo, que le agrada, pero ni punto de comparación con lo que significa ser directioner o de cualquier otro fandom.

Ser directioner es no dormir por un ver un vídeo vuestro, es emocionarte y sentirte orgullosa cuando os vemos en cualquier lugar, es recordar viejos tiempos, aquellos en los que encontramos un vídeo vuestro, una canción por primera vez y llorar de emoción al darte cuenta de que habéis crecido, pero seguís siendo los mismos chicos de X Factor, es darse cuenta de que tu vida ha cambiado, de que has hecho amigos... ¡Qué amigos! Es darse cuenta de que has encontrado a una familia, a una familia repartida por todo el mundo, de personas adultas, de personas que son apenas niños, de chicas, de chicos, de los que lo viven más o lo viven menos, pero es darte cuenta de que tienes una familia.
Ser directioner es recibir insultos por parte de aquellos que no respetan y os llaman de todo, desde opinar sobre vuestra condición sexual, hasta vuestra voz o religión, es meterte en todos los líos solo por defenderos, es cantar vuestras canciones hasta quedarte sin voz, es escribir vuestro nombre por todas partes hasta que te duela la mano, es chillar con orgullo "Soy directioner" aunque el resto te mire mal, te mire mal solo por no comprenderte y no ser igual al vuestro. Es pegar posters por todas partes, aunque tus padres te regañen, aunque tus padres te castiguen, es hacerlo porque así sentimos que vosotros estáis junto a nosotros, apoyándonos, viéndonos llorar cuando algo va mal, vernos reír cuando nos lo pasamos bien, sentir como estáis apoyándonos aunque solo sea un trozo de papel impreso con vuestra foto pegado con celo o chinchetas a los armarios o a las paredes, al techo en ocasiones cuando ya no hay más lugar donde ponerlos.
Ser directioner es mucho más que una palabra, es un sentimiento, un sentimiento que te lleva a hacer las cosas más descabelladas que en la vida podrías haber pensado.
En ocasiones ser directioner significa llorar hasta quedarte dormido, es llorar de desesperación al no haber conseguido una entrada para un concierto vuestro, es llorar de impotencia cuando son tus padres quienes no te lo permiten, es llorar de puro dolor cuando tenéis una pareja que os hace felices y que no somos ninguno de nosotros, aunque después comprendamos que os hacen felices, pero siempre lloraremos por el dolor de no poder estar tan cerca de vosotros como vuestras parejas lo están.
Ser directioner es simplemente un sentimiento que no se comprende hasta que estás en un fandom.
Un sentimiento que vosotros habéis creado sin apenas daros cuenta, tan solo cumpliendo vuestro sueño, cantando, sin daros cuenta de que lo que en realidad hacéis es salvar nuestras vidas, salvar las vidas de personas que se cortan los brazos hasta que no queda piel en ellos solo porque se sienten inferiores, sienten que este mundo no es para ellas, que ni sus amigos, ni sus padres, nadie ha podido hacer que paren de hacer eso, hasta que él o ella encontró una canción vuestra y se dio cuenta de que no merecía la pena hacer eso, que debía aprovechar su vida, debía de seguir adelante, sabiendo que había cinco chicos deseando conocerle en otro lugar del mundo.
Esa persona cambió sus cuchillas por canciones, por posters, por discos, por libros, pero no de cualquiera, no, cambió el hacerse daño a sí mismo por vosotros, por esos cinco chicos que hicieron darse cuenta a esa persona que debía de seguir luchando aunque no quedara motivo aparente.
Habéis salvado la vida de ese chico o esa chica que no comía o que lo hacía y después se metía los dedos en la garganta hasta que saliera todo lo que ellos veían como algo que engordaba. Vosotros habéis hecho que esas personas cambien y que se den cuenta de que no todo el mundo es perfecto, de que hay personas altas, personas bajas, gordas o flacas, rubias, morenas, pelirrojas, de todas clases, pero todas ellas bellas, y habéis sido vosotros los que lo habéis hecho posible, los que habéis salvado vidas solo cantante, solo haciendo tonterías, solo...solo siendo vosotros mismos.

Esta carta... ¿Qué será de esta carta? quizás no la mande ni a la dirección correcta, ya que hay tanta información sobre vosotros que nadie sabe cual es la verdad, quizás me llegue de vuelta como hacen todas las cartas que os mando, quizás os llegue, pero como no entendéis mi idioma ni siquiera la leeréis y puede que la tiraréis, o simplemente no tengáis ni tiempo para abrir el sobre y pararos a intentar entender lo que pone, lo que significa, pero una parte de mí sabe perfectamente que algún día os llegará alguna de las cientos de cartas en las que tan solo os doy las gracias, os doy las gracias por cambiar mi vida y la de cientos de personas, qué cientos, miles y millones de personas por todo el mundo os agradecen todo lo que hacéis por nosotros, por lo que yo también debo de intentar ser visible para vosotros aunque solo sea durante los minutos que leáis esto.

Si os llega esta carta, si tenéis tan solo el poco tiempo de leerla, tan solo quiero deciros: Gracias por ser mis ídolos, gracias por estar ahí cuando nadie más lo está, gracias por hacerme sonreír cada día, gracias por apoyarme, gracias a vuestros padres por traeros a este mundo y gracias a Dios por dejar que vosotros, cinco ángeles, en cinco días distintos, tales como un 1 de Febrero de 1994, un 13 de Septiembre de 1993, un 29 de Agosto de 1993, 12 de Enero de 1993 y 24 de Diciembre de 1991, esas fechas, insignificantes para muchos, para muchos que aún no se han dado cuenta de que esos días, Dios mandó a cinco ángeles bajar a nuestro mundo para salvar las vidas que a nadie le interesaba más salvar.

Espero que vengáis a España pronto, sé que os encantará y no os arrepentiréis.


Os quiere, os adora, os ama, una directioner más del montón.
Besos y Abrazos.
Anastasia.

Suspiré mientras una de las cientos de lágrimas que habían caído por mis mejillas, se precipitaba hasta el borde de la nota, no arruinándola por muy poco. Me apresuré a apartar todas esas pequeñas gotas que habían salido de mis ojos mientras había escrito esta carta que a saber donde acabaría, aunque lo más probable fuera que viniera de vuelta a mi casa, otra vez.
Cogí uno de los muchos sobres que tenía en mi escritorio, todos decorados por mí misma con motivos directioners en las que enviaba todas mis cartas, todas mis cartas que siempre volvían y que nunca nadie leía, ya que en el momento en el que volvían a mi casa las guardaba, aún en el sobre, sabiendo que algún día podría dárselas en personas a esos chicos, tan sumamente importante para mí. Las guardaba, en un lugar secreto de mi cuarto, en un lugar en el que a nadie se le ocurriría mirar; detrás de un póster.
Sí, detrás de un póster se pueden esconder cosas, yo lo descubrí un día en el que -se supone- estaba estudiando, ya que me di cuenta de que uno de tantos pósters que tenía, estaba sellado con celo por tres de sus cuatro lados, dejando uno abierto, uno por el que podía meter algo y no abultaba demasiado, no parecía que allí detrás hubiera nada, por lo que fui el sitio perfecto en el que esconder todas mis cartas devueltas sin que nadie supiera que las tenía distribuidas por toda la habitación.
Con la dirección de mi casa ya puesta de antemano, mi nombre y una de las muchas direcciones en las que se suponía que era un lugar en el que ellos las recogían para luego leerlas, cerré el sobre, con mi carta dentro, pegué un sello y acto seguido la cogí con cuidado.
Me levanté del escritorio de mi habitación con intenciones de salir de allí.
Mi habitación, mi madre lo llamaba así; cuarto, habitación, leonera... Yo lo llamaba hogar, guarida, refugio, ese lugar que era mío, solo mío, lugar lleno de pósters por todos los lugares imaginables, lugar en el que miraras por donde miraras había cosas de One Direction, esa boyband, que encontré de pura casualidad y que con ver tan solo un vídeo me di cuenta de que ya no había vuelta atrás, de que había hecho una promesa, una promesa con el corazón de que siempre estaría junto a ellos, pasara lo que pasara, crecieran lo que crecieran, hicieran las tonterías que hicieran, siempre estaría junto a ellos, apoyándoles como ellos hacían conmigo.
Salí de mi querido refugio cerrando la puerta con cuidado. Caminé hacia la entrada de casa, me aseguré de que nadie me veía salir y salí de allí sin que nadie se diera cuenta; no quería que nadie de mi familia supiera que enviaba esas cartas.
Antes de salir del portal abrí el buzón de mi familia, ese que abría yo la primera, antes que nadie, solo por saber si había una contestación por parte de mis ídolos, pero al igual que aquel uno de Agosto de 2012, lo único que había era propaganda y una carta en la que había apuntado con bolígrafo rojo en una esquina "Motivo de devolución: mal escrita la dirección"
Resoplé de mala gana, sintiendo un puñal atravesando mi corazón al tener otra carta más con una dirección que no era la correcta. Agarré la carta en la mano, cerré el buzón con fuerza y enfado y salí de allí de una maldita vez.
Caminaba por las calles de ese barrio de Madrid, uno de los tantos que había, y quizás uno de los que menos llamara la atención en cuanto a buena seguridad, ya que quizás era un poco peligroso, pero ya una se había acostumbrado a vivir por allí, a que te quisieran robar y a veces lo consiguieran, a gente fumando cosas que precisamente no eran tabaco, en fin, a vivir allí, en un barrio cualquiera al que nunca, en la vida, irían aquellos maravillosos chicos, porque ¿para qué ir allí? ¿qué había allí que les importara? nada en realidad, un barrio como lo era Carabanchel, en el cual, lo más importante que había era el "Palacio Vistalegre" un lugar no muy grande, no muy lujoso ni mucho menos nuevo, ¿cómo podía pensar que ellos podrían ir allí alguna vez? era algo verdaderamente estúpido, pero aún así, yo mantenía la esperanza.
Caminaba cabizbaja por la calle, con el abrasador calor de Madrid chocando sobre mis hombros, claro, ¿a quién se le ocurría salir a las cuatro del mediodía en pleno verano? estaba claro que solo se le ocurriría a alguien como yo.
Debía de darme prisa en ir a la oficina de correos, había quedado con una de mis mejores amigas, Angela, en el parque a eso de las seis, y en lo que iba, esperaba la cola, cogían mi carta, Marisa, la mujer que me solía atender, me daba ánimos para que no me rindiera y siguiera enviando las cartas, que seguro que alguna les llegaba, y volvía a mi casa, podía tener el tiempo justo, por lo que me comencé a caminar a paso más rápido.
Mi mejor amiga Angela y yo habíamos conocido a ese grupo apenas hacía unos meses, yo en el mes de Junio, cuando las clases se estaban acabando, gracias a una chica que no me caía precisamente bien, ya que vi que en una de sus entradas de Tuenti, había un vídeo de ellos, un vídeo que no sabía porqué debía ver, pero algo me lo decía, algo me llamaba a verlo, por lo que lo abrí, hice click sobre ese vídeo llamado "More than this - Up all night Tour" y me quedé completamente prendada de ellos, desde ese instante en el que por primera vez les oí, hasta el día de hoy, años más tarde. Me quedé completamente anonadada al oír esas preciosas voces, esa forma de cantar, de poner tanto sentimiento en una canción, de su ropa, que era dulce y algo infantil, ya que ellos tampoco es que fueran adultos, y como es de suponer, también de su belleza física y no solo de la belleza que transmitían internamente. En cuanto vi ese vídeo me di cuenta de una cosa, de varias mejor dicho; la primera, esos chicos eran completamente increíbles. Segunda; debía de descubrir más sobre ellos (cosa que hice después de ver unas veinte veces seguidas ese vídeo y descargarme la canción). Tercera; debía de agradecer a esa chica lo que había hecho por mí, que era cambiarme la vida (a día de hoy, aún no se lo he agradecido, ya lo haré, espero acordarme). Y por cuarta y última; esa no era la primera vez que les había visto.
No, no era la primera vez que les veía, aquel día de Junio, no les había visto, unas semanas antes, en una revista. Me había comprado esa revista como hacía cada quince días, y había visto un póster de ellos. No le había tomado mucha importancia, para mí, solo eran cinco "niñatos" que a saber cómo se habían hecho famosos. A pesar de esa forma mía tan superficial y borde de ver a esos increíbles chicos, pegué el póster ¿Por qué lo pegué si no sabía quiénes eran? Nunca había pegado un póster que no fuera de alguien a quien conociera, aunque solo fuera de vista o de oídas, pero el suyo lo puse ¿por qué lo haría? Mi teoría es que Dios decidió ponerles en mi vida y no pude oponerme, ya que pegado el primero, el resto de pósters llegaron en muy poco tiempo, comenzando por una parte del armario y acabando por el techo, como está actualmente mi habitación.
Volviendo a la historia de cómo les conocí...
Acabados mis deberes, decidí llamar a una compañera de clase, ella compraba la misma revista que yo, por lo que posiblemente supiera quienes eran aquellos chicos, ya que necesitaba conocer de ellos, saber quiénes eran, algo dentro me lo decía, debía saber cosas sobre ellos.
La pregunté que quiénes serían ellos y me dijo lo mismo que yo sabía, que se llamaban "One Direction", lo ponía en una esquina del póster, no era muy difícil adivinar el nombre del grupo, pero ella parte me descubrió un dato más; eran ingleses. No es del todo cierto, ya que solo cuatro de ellos lo son, pero en ese momento yo ya había descubierto su procedencia (más o menos)
Hablamos de todo un poco, como hacíamos siempre, incluido nombrar a esos chicos alguna que otra vez, hablando de cuál de ellos era el más guapo.

--No sé, todos están bien.

Recuerdo que comentó ella con desgana, la verdad, no se la veía entusiasmada con esos chicos, tanto como lo estaba yo en esos instantes, con la adrenalina recorriéndome, queriendo saber más de ellos.
Yo tan solo observaba el papel impreso, colgado justo al lado del cabecero de mi cama, lugar donde los vería perfectamente según me levantara.

--Sí, pero hay uno que lo es mucho más.

Mi mirada se paró frente a un chico que posaba de pie, de medio lado, apoyado en un chico de rubio de ojos azules, al cual, debido a su apariencia y a que me recordaba a cierto imbécil de clase, llamé "Chulo engreído" ¿Quién me iba a decir a mí que ese "chulo engreído" que me parecía a mí iba a resultar ser un chico increíblemente dulce (aparte de mi debilidad)? Nadie me lo dijo, nadie me lo avisó ni informó, pero ese chico de ojos azules como un lago en calma, llamado Niall Horan, es el chico con el que actualmente desearía pasar toda una eternidad junto a él, para mí en ese momento era un chico que seguro que la fama le había trastornado y solo quería dinero y más dinero. Que equivocada estaba Dios mío...
El chico que me había llamado la atención estaba colocado de pie tras un chico de pelo rizado, alborotado y castaño, con ojos verdes y hoyuelos infantiles, a ese (por alguna razón) le llamé "Mujeriego" (Cosa que me hace comprender porqué todo el mundo opina eso del pobre Harry. No es que él haga nada, es simplemente su cara, ya que yo tan solo había visto esa foto de él y ya lo opinaba) solo porque tenía cara de serlo.
Junto al chico de pelo rizado, Harry Styles, había otro moreno, más...normal por así decirlo, ya que el resto poseían ojos increíbles, a este no le tomé mucha importancia (No habrá tiempo suficiente en el mundo para que me arrepienta de haber llamado al increíble Liam Payne, mediocre), solo opiné de él que era gay, ya que tenía abrazado a él por la espalda a otro moreno, de piel más oscura, lo cual me hizo pensar que era sudamericano (Si pudiera retroceder en el pasado hasta el momento en el que los conocí, me daría un guantazo a mí misma por tonta), para mí esos dos, Liam Payne, y el moreno, también un chico que no parecía sobresaltar en nada (Tonta de mí), eran pareja, solo por estar abrazados, menuda estupidez, la verdad, pero bueno, ese era mi absurdo punto de vista.
El que quedaba, el chico que quedaba, el cual por algún motivo me había llamado la atención era aparentemente alto, con unos buenos pectorales que se marcaban a su camiseta blanca, la cual llevaba algo extraño para mí; tirantes. Sí, tirantes de color negro, lo cuales me extrañaban, ya que para mí eso era algo que solo llevaban los señores mayores, pero a él no le quedaban como a un anciano, ni mucho menos, sujetaban unos vaqueros de color rojo estridente que tanto llamaron mi atención, al igual que él. Sus ojos, azules como un par de zafiros azules, se incrustaban en su bella y divertida cara, cosa que le hacía (y le sigue haciendo) increíblemente apuesto, al igual que ese pelo castaño indomable. Sí, Louis Tomlinson fue el chico que me llamó la atención en cuanto supe de qué iba One Direction.
Lo amaba, o creía hacerlo, ya que el día que descubrí a su novia, Eleanor Calder, después de pasarme toda una tarde llorando desconsolada en el suelo, me di cuenta de que no podía hacer nada, tenía novia y era demasiado mayor para mí (me saca siete años), por lo que, como un rayo fulminante, ya no me imaginaba casándome con él, sino más bien como un buen amigo con el que confiar y salir de fiesta, un amigo de verdad, aunque está claro, le seguía amando y lo sigo haciendo, aunque no sea mi debilidad.
Pensé que una vez descubierto que tenía una novia y que a mí no me querría, olvidaría a ese grupo, pero no, su música me ató más de lo que me pude imaginar en cuanto les escuché por primera vez, permanecí con ellos, escuchando su música, viendo sus vídeos por Youtube, enterándome de sus cosas, un día tras otro, una semana tras otra, mes tras otro y lo seguiré haciendo hasta el día que mi corazón se pare, aunque claro, quizás no sea así... quizás después de la muerte puedas seguir sintiendo cosas y les siga amando, así que como nadie sabe lo que hay después, yo tan solo digo que les amaré por siempre. Aunque mis padres no me crean y piensen que es una cosa de adolescentes, aunque mis amigos piensen que se me va la cabeza, aunque crezcan, aunque cambien físicamente, aunque hagan cosas que les perjudiquen a ellos mismos, yo seguiré con ellos.

Sinopsis.


Esos sentimientos tan fuertes, esos sentimientos como el amor, esos sentimientos tan díficiles de expresar, a veces pueden serlo, pueden ser expresados de alguna forma: de forma oral, de forma escrita, cara a cara, mediante un mensaje o una pantalla de ordenador, escritos en una hoja, escritos en la mesa de una clase, en la corteza de un árbol, escritos en una carta...

Escribirlos en una carta no es complicado... se supone, ya que si tienes una medio (ya sea un e-mail, un mensaje de texto o en una hoja) puedes enviarla, puedes poner tus sentimientos en ella y tan solo esperar a obtener la respuesta de tu amada o amado, siempre y cuando... sepas a qué dirección enviarla, sepas en qué idioma enviarlo, sepas expresarte tan bien en ese idioma como en el tuyo propio, aunque eso, se podrían denominar chiquilladas, ya que lo difícil del todo a veces, es la respuesta a tu carta.